Dir. Alberto Morales
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DECANATO CENTRO DE LA ARQUIDIÓCESIS DE XALAPA EMITE MENSAJE POR NAVIDAD
Sacerdotes del Decanato Centro de la Arquidiócesis de Xalapa emitieron su mensaje de Navidad, llamando a los fieles a no perder la esperanza para no sucumbir ante las tribulaciones y adversidades ni desviar la atención de lo verdaderamente urgente y necesario.
15/12/2020 - Xalapa, Ver.
Sacerdotes del Decanato Centro de la Arquidiócesis de Xalapa emitieron su mensaje de Navidad, llamando a los fieles a no perder la esperanza para no sucumbir ante las tribulaciones y adversidades ni desviar la atención de lo verdaderamente urgente y necesario. por Cortesía Cortesía
Estamos viendo es que los ánimos se están desbordando, las mezquindades afloran y los intereses y ambiciones particulares se anteponen a lo verdaderamente urgente y necesario; tenemos que forjar la esperanza cristiana para no sucumbir ante la adversidad...
15/12/2020 14:11:15 - Xalapa, Ver. / Boletín informativo

Hemos tenido que emplearnos a fondo como cristianos ante la emergencia que estamos pasando. Pero, aunque echamos por delante toda la fortaleza espiritual que da la fe, parece que se trata de una situación que nos rebasa y que nos hace clamar al cielo.
No es que se pierda la fe, sino que aceptamos que en la presente tribulación necesitamos que Dios se manifieste y nos infunda la esperanza. Así como hemos tenido que activar todo el potencial de una vida de fe, también tenemos que forjar la esperanza cristiana para no sucumbir ante la adversidad que estamos enfrentando, especialmente por la pandemia.
Frente a los dramas y sufrimientos que está provocando esta pandemia, al final podemos considerar que es lo de menos estar estresados por el encierro, aburridos por no divertirnos, molestos por dejar de frecuentar las personas y lugares que acostumbrábamos.
Esto finalmente es lo de menos y lo podemos aceptar constatando verdaderas urgencias y tantas historias de dolor. Uno termina por aceptar las limitaciones que genera esta contingencia al constatar las situaciones verdaderamente dolorosas que pasan muchos hermanos: los que han perdido su trabajo, los que se han contagiado, los que han sido hospitalizados, los que han perdido dramáticamente a sus seres queridos, sin poder abrazarlos y rezarles como hubieran querido, y los cuadros de desesperanza que siguen aumentando ante la escasez y la pobreza que pasan miles de familias.
Además de estas tensiones y de todo este desgaste, se esperaba que esta sacudida que ha provocado la pandemia despertara la conciencia de nuestros gobernantes para unirnos y buscar salir adelante. Pero lo que estamos viendo es que los ánimos se están desbordando, las mezquindades afloran y los intereses y ambiciones particulares se anteponen a lo verdaderamente urgente y necesario.
El cansancio y la sensación de que estamos llegando al límite de nuestras fuerzas nos hace ver que debemos estar más cerca de Dios para no perder la esperanza. Delante de situaciones verdaderamente complejas como la que estamos pasando, perder la esperanza es quedarse sin esa mirada que nos hace contemplar en el horizonte esa luz que a corta distancia no se puede percibir por la frialdad y la crudeza de los acontecimientos.
Decía el papa Benedicto XVI: «Se podría decir que el hombre está vivo mientras espera, mientras en su corazón está viva la esperanza. Y al hombre se lo reconoce por sus esperas: nuestra estatura moral y espiritual se puede medir por lo que esperamos, por aquello en lo que esperamos».
Por eso muchos dicen que mientras haya vida hay esperanza. En nuestro caso lo planteamos a la inversa: mientras haya esperanza hay vida porque el que tiene esperanza no deja de luchar y no se deja aprisionar ni dominar por la adversidad. La esperanza nos da la capacidad de mirar más lejos y los sinsabores de esta vida no desdibujan en el alma el anhelo de plenitud y felicidad, así como el buen nombre que siempre tiene la vida y que nunca pierde, por muy delicados que sean los problemas que enfrentamos.
Esta es la esperanza que pedimos para estos tiempos turbulentos. Hablamos de la virtud teologal de la esperanza que tiene una connotación esencialmente distinta al enfoque ideológico que se le da en otros ambientes, incluso a la manera como la ha venido utilizando la clase política.
Decía Václav Havel que: "Esperanza no es lo mismo que optimismo. No es la convicción de que algo saldrá bien, sino la certeza de que algo tiene sentido, independientemente de cómo resulte". No se trata solamente de pensar positivo y de luchar contra el pesimismo que nos invade ante la descomposición y el estado actual de las cosas.
No es sólo un pensamiento positivo para no bloquearnos en las posibilidades de superación. No se trata simplemente de adornar la vida con frases estimulantes pero vacías de contenido. La verdadera esperanza no desconoce la realidad, incluso el dramatismo de la vida.
Henri Nouwen lo explicaba de esta manera: "La esperanza no tiene nada que ver con el optimismo. Muchos piensan que la esperanza es el optimismo, el mirar el lado positivo de la vida. Pero Jesús nunca dice nada parecido... Jesús está diciendo que el mundo es oscuro y seguirá siéndolo...
La esperanza es abrirnos para dejar que Dios realice su obra en nosotros de formas que superan cuanto podemos imaginar... Esto es la esperanza: que Dios te lleve a lugares nuevos". Esta es la esperanza que queremos consolidar en este tiempo de tribulación, convencidos de la irrupción de Dios en nuestra vida. Delante de los problemas más difíciles que enfrentemos hay que aferrarse a esa luz por muy tenue que sea, pero sabiendo que aun pequeña tiene la capacidad de romper la más espantosa oscuridad.
Dios permitirá que la luz vuelva a brillar en nuestras vidas. Pero ahora debe brillar nuestra esperanza en la medida que sigamos luchando, fortaleciendo a los más débiles y estando abiertos a las maravillas de Dios que hace nuevas todas las cosas y que de la nada abre caminos que superan lo que nosotros podemos imaginar.
Los sacerdotes del decanato Xalapa Centro entregamos al pueblo de Dios este mensaje convencidos de que el Niño Jesús traerá también el renacimiento de la esperanza en todas las familias, ya que anhelando soluciones ante las tribulaciones y adversidades "No sabemos cuándo, no sabemos cómo, pero sí estamos seguros de con quién vendrá la salvación". Jesús es nuestra esperanza. Él es nuestra fuerza y convicción más profunda.
Sacerdotes del decanato Xalapa Centro