Dir. Alberto Morales
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A LA MAESTRA MICAELA
La maestra Micaela con uno de sus grupos en la Escuela Primaria Manuel de Boza, a principios de los años 50s.
15/05/2017 - Xalapa, Ver.
La maestra Micaela con uno de sus grupos en la Escuela Primaria Manuel de Boza, a principios de los años 50s. por archivo multigráfica
... y a todos los maestros con la huella de Vaconcelos.
15/05/2017 11:37:46 - Xalapa, Ver. / redacción multigráfica
No recuerdo sus apellidos... quizá urgando en mis recuerdos encontraría mi boleta de calificaciones de 3er grado de primaria, en la Escuela Primaria Manuel de Boza, la más antigua de Xalapa, creo que incluso de América Latina... bueno, eso es aparte.
La maestra Micaela, era, en mi visión de niña de 8 o 9 años, una viejita bajita, gordita, falta creo de algunos dientes. Cuando niños, la mayoría de las personas son "señores" y "señoras", y los señores y señoras son "viejitos" y "viejitas". Pero la maestra Micaela supongo que sí era "viejita", pues en la misma escuela estudiaron mis tías, las hermanas de mi madre, y su maestra fue la maestra Micaela.
Ella era algo así como el maestro rural del que he escuchado historias, en mi mente se mezclan las biografías de Rafael Ramírez, de Luis J. Jiménez, de Enrique C. Rébsamen con la de ella.
En los tiempos en que la Coca - Cola chiquita en envase retornable empezaba a invadir los patios escolares, ella insistía en vender en el recreo, chayotes hervidos y naranjas con chile, sin necesidad de un oficio de la SEP que le ordenara vender exclusivamente productos nutritivos.
La maestra Micaela era también la mano dura de quien supongo aprendí a multiplicar y dividir, y que "corregía" a los "latosos"... ahora conocidos como "hiperactivos".
"¡Se queda Soto!", era la frase que acompañaba el toque de la campana de salida todos los días. Y es que en esos tiempos los niños podían ser castigados sin que los papás demandaran a los maestros por maltrato infantil...
Y la maestra Micaela sí que castigaba... Soto, un "niño grande", quizá ya adolescente, era su pesadilla... con una cicatriz en la ceja, que llegaba a la mejilla, producto supongo de alguna riña callejera; una actitud desobediente, quizá producto de un hogar en conflicto; él era el blanco diario de los jalones de patilla, los pellizcos, los reglazos y cocotazos de la maestra.
Así eran los maestros antes... duros con los desobedientes... con los flojos, pero no así con los "burros" (ahora llamados con problemas de aprendizaje)... la Maestra Micaela se tomaba su tiempo también a la salida, para explicar a los que no entendían...
Pero sumados a esa imagen de la viejita maltratadora (a mí ni mi abuelita me pegaba, cómo no iba a espantarme cuando daba cocotazos a alguien), se quedaron montones de fechas, datos de mi estado, canciones que hablaban de la Historia de mi patria, de héroes que se respetaban...
El himno agrarista: "Marchemos agraristas a los campos, a sembrar la semila del progreso...". Apenas hace unos meses veía en un evento de la CNC entonar esas notas... mientras nuestro presidente de la República callaba... bueno, no fue alumno de la Maestra Micaela... que si no... qué tal de coscorrones... eso sí, también sabría el nombre de todas las capitales.
El canto a Juárez: "Don Benito Juárez, que nació en Guelatao...", y jamás olvidé el 21 de marzo ni el 18 de Julio, ni las Leyes de Reforma... tampoco Cristian Castro fue alumno de la maestra Micaela, de haberlo sido, se hubiera quedado todos los días con Soto.
Maestra, me enseñó tantas cosas que aún no he olvidado, pero no me enseñó bien sus apellidos, quizá porque entonces el educar y el enseñar era más importante que un nombre y una clave para tener los beneficios de un sindicato; quizá por ello siguió en las aulas a pesar de tener con creces los años para haberse jubilado.
Hay otros buenos maestros de quienes también guardo recuerdos y agradezco lo enseñado, pero hoy, Maestra Micaela, su alumna estrella que nunca le llevó un regalo en un 15 de mayo, sólo quiso darle las gracias y decirle, hasta donde se encuentre, que junto con su: "Se queda Soto", Usted también se me ha quedado.