* Siempre intolerante

* El pase de “charola”

07/06/2012 01:18:58 - Xalapa, Ver. por José Ortiz Medina

Andrés Manuel López Obrador, ya muy lejos de su República amorosa, vuelve a hablar en estos días de fraude electoral.

Esto no es algo nuevo en el discurso del candidato presidencial de las izquierdas.

Hace seis años, tras perder en las urnas frente a Felipe Calderón Hinojosa, gritó a los cuatro vientos que hubo fraude.

Pero tampoco era la primera vez que lo hacía, ya que en 1994, cuando el “Peje” contendió por el PRD y perdió contra el priísta Roberto Madrazo por la gu­bernatura de Tabasco, también alegó que hubo fraude en su contra.

En aquella ocasión, el perredista hizo lo que mejor le sale: organizó una marcha hasta el Distrito Federal para exigir que se anularan las votaciones, además de bloquear campos petroleros de Tabasco.

Cabe recordar que como dirigente estatal del PRD encabezó su primera toma y plantón en el Zócalo capitalino en 1991, que duró 19 días, sin importarle las pérdidas económicas que eso implicaba.

Entonces, tras perder los comicios presidenciales en 2006, a nadie extrañó que se plantara con sus huestes en pleno Paseo de la Reforma y varias calles del Centro Histórico defeño, por el supuesto fraude electoral en su contra.

El plantón, que duró casi tres meses, causó malestar entre los habitantes del DF, al verse afectados por el tráfico generado por el bloqueo, además de que paralizó la actividad económica en el centro de la Ciudad de México.

Muchos trabajadores, se habla de miles, perdieron sus empleos por ese plantón, que dejó pérdidas al sector turismo por más de 12 millones de dólares al día.

López Obrador quiere ser presidente, bajo el argumento de que gobernó bien el DF, pero hay muchas dudas al respecto.

En 2004, como Jefe del gobierno capitalino, vetó la Ley de Transparencia aprobada por unanimidad por la Asamblea de Representantes de DF, y durante sus cinco años de gobierno no dio cuentas de cómo gastó el dinero del Distrito Federal.

Ese mismo año, salieron a la luz dos videos con los que la sociedad se enteró que permitió el desvío de más de 3 millones de dólares de fondos de la Ciudad de México para “gastos” en casinos y hoteles de Las Vegas, por parte de su secretario de Finanzas, Gustavo Ponce.

Asimismo, en el otro video su mano derecha y secretario particular, René Bejarano (el famoso “Señor de la ligas”), cobraba cuotas personales a cambio de favores políticos, de los cuales El Peje siempre estuvo enterado.

Por esa época trascendió a los medios que su chofer, mejor conocido como “Nico”, ganaba 63 mil pesos mensuales, muchísimo más que millones de mexicanos.

Durante su gestión al frente del Gobierno del DF se le imputaron muchas irregularidades, como el hecho de no haber licitado multimillonarias obras, las cuales nunca estuvieron contempladas en el presupuesto, así como el no haber informado de sus costos y lograr (con manipulaciones de René Bejarano dentro de la Asamblea de Representantes) que éstos fueran un secreto que sólo podría ser conocido doce años después (doce años cuyo término pronto se cumplirá, por cierto).

Al renunciar al Gobierno del DF para buscar la Presidencia en 2006, el “Peje” dejó una deuda de 41 mil 564 millones de pesos, además de aumentar su gasto corriente --salarios y otros-- en 16 por ciento, y deja sin resolver el problema de seguridad pública y una de las tasas de desempleo más altas del país.

Tras su fallido intento de llegar a Palacio Nacional (había dicho que no iba a vivir en Los Pinos) se dedicó a recorrer el país, a vivir de “las donaciones del pueblo” y de todos los incautos que creen en su proyecto.

Con su caridad logró obtener un sueldo mensual mínimo de 50 mil pesos. Muchos dudan de estas cifras. Se habla de muchos millones de pesos recibidos en estos años de “presidente legítimo”, pues de otra manera no se explican los lujos que exhiben sus hijos.

En julio del 2009, Silvia Oliva le ganó el registro de la candidatura por la jefatura delegacional de Iztapalapa a su amiga, la pejista Clara Brugada, así que se burló de nueva cuenta de las instituciones y su partido, pidiendo abiertamente el voto para Rafael Acosta Ángeles, el tristemente célebre “Juanito”, quien tras ganar las elecciones tendría que renunciar para dejarle el puesto a Clarita.

Ubicados en el presente, nuevamente en campaña presidencial, AMLO intentó cambiar su discurso, hablándole a la gente de amor y reconciliación, para que algunos desmemoriados compraran otra vez su proyecto y creyeran que era otro.

Una persona diferente, y no el loco que hace 6 años tomó calles y despotricó en contra del que se le pusiera en frente, con frases histéricas como “¡Cállate chachalaca!” o “¡Al diablo con los instituciones!”.

Ahora salen a la luz pública audios de sus colaboradores de campaña, Luis Costa Bonino y Luis Mandoki, donde pasan “la charola” a diversos empresarios para que apoyen económicamente en la contienda (nada más con “seis milloncitos” de dólares) al candidato perredista y que ellos “sabrán recompensarlos” desde Los Pinos. Pero, como siempre lo ha hecho, AMLO lo niega.

Andrés Manuel López Obrador “presume” a los integrantes de su posible gabinete, en el que hay personajes muy respetables, pero el electorado ve la gente que lo rodea.

¿Cómo se puede anhelar un Gobierno federal no sólo en manos del tabasqueño sino de sus más allegados?

Difícil digerir que serían altos funcionarios del Gobierno federal personajes como Martí Batres, Dolores Padierna, Ricardo Monreal, Gerardo Fernández Noroña, o los dirigentes del Partido del Trabajo y de Convergencia, ahora llamado Movimiento Ciudadano.

Gente de tal “peso”, adueñada del Estado, francamente preocupa, y mucho.