La recesión que vive la economía nacional no coincide ni ética ni financieramente con la vida que se dan los funcionarios de los tres poderes, así como de los organismos autónomos.

03/11/2013 14:16:45 - Xalapa, Ver. por Helí Herrera Hernández

Mientras las masas sociales se empobrecen estos hombres y mujeres que desempeñan importantes cargos en el Poder Ejecutivo, Legislativo, Judicial, en el Instituto Federal Electoral, en el Tribunal Electoral Federal y otros, siguen amasando fortunas gracias no solo a los extraordinarios salarios y demás prestaciones que perciben, no mostrando arrepentimiento, pudor y vergüenza alguna, sino ufanándose, inclusive de los dineros ganados.

Es increíble que en una nación donde la miseria se empieza a multiplicar existan funcionarios mexicanos que ganan arriba de cuatrocientos mil pesos mensuales, gracias al puesto que desempeñan ganado, primordialmente, por el discurso público de luchar contra el desempleo, la marginación, la injusticia, el hambre, y prometiéndoles un futuro promisorio.

Semejante hipocresía les ha redituado llevar una vida de sultanes y por eso no dudan aprobar y justificar, cuando el país no tiene dinero, que éste pida prestado a los organismos financieros internacionales a fin de mantener intactos sus privilegios, como es el caso donde la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión autorizó al Ejecutivo un endeudamiento interno adicional de 70 mil millones de pesos para concluir el financiamiento del Presupuesto de Egresos de la Federación de este año, y en la Ley de Ingresos de la Federación para el ejercicio fiscal 2014 dieron luz verde para que la Secretaria de Hacienda contrate y ejerza créditos, empréstitos y otras formas de ejercicio del crédito público por un monto máximo de endeudamiento neto interno por 485 mil millones de pesos; eso sin contar los 95 mil 757 millones de pesos para oxigenar el Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2014 que arroja una suma total de 580 mil 757 millones de pesos, lo que representaría para el próximo año un déficit público equivalente a 1.5% del Producto Interno Bruto.

Tal escenario no puede seguir y es urgente empujar una reducción en el salario de los mandos superiores del Gobierno Federal, dado que ellos deben ser los primeros en ajustarse el cinturón cuando de hacer eficiente el gasto público se trate, en porcentajes progresivos de acuerdo al monto salarial que perciben, partiendo del 10% para aquellos que ganan hasta 100 mil pesos mensuales; del 20 para los que alcanzan los doscientos mil pesos; del 30% para los que alcanzan salarios de hasta 300 mil pesos mensuales y del 40% para los que cobran arriba de 400 mil pesos, como es el caso de los Consejeros del IFE, de los funcionarios de la Auditoria Superior de la Federación o los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación o del Tribunal Electoral Federal.

El país no puede seguir empeñándose con los usureros internacionales y poner en peligro sus recursos naturales por causa del despilfarro de miles de estos funcionarios, que independientemente del insultante salario que perciben no han sabido gobernar conduciéndonos a la terrible crisis económica-social que vivimos desde hace ya varias décadas, muy distante del paraíso ofrecido cuando fueron candidatos a ocupar los cargos que ostentan.

Pretextar que por los daños dejados por las tormentas tropicales "Manuel" e "Ingrid" se esta proyectando un déficit público equivalente al 1.5% del Producto Interno Bruto es seguir tratándonos como menores de edad, para no decir retrasados mentales, como si no supiéramos que la economía nacional no crece debido a la políticas públicas que desde 1985 han impulsado los gobiernos neoliberales del PRI y del PAN, que han multiplicado a los pobres y miserables, y han creado un selecto club de adinerados, cuya joya de la reina es el hombre más rico del mundo don Carlos Slim.

No es ético, no es moral y no es humano que haya jornaleros que ganan 50 pesos al día mientras los encargados de organizar las elecciones ganen 500 pesos por hora.

Ha llegado el momento de exigir y lograr que todos estos mexicanos, hombres y mujeres del primer nivel, adecuen sus salarios a las necesidades del país y dejen disfrutar lujos superfluos que aumentan el encono nacional contra estos funcionarios de angora.

La austeridad tiene que llegar por necesidad y por salvación misma del sistema. Lo tienen que comprender ellos mismos o serán devorados por la inconformidad social que crearon y que ya no soporta más el enorme abismo entre ricos-pobres y miserables.

O aprovecha El Estado Mexicano las pocas válvulas de salida que le quedan o será testigo del aumento de la inestabilidad social que ya se vive en determinadas regiones de la República Mexicana, y que como se observa, absorberá el resto de nuestro territorio.

Que por primera vez veamos en la calles protestando a señoritos y señoritas destilando glamour porque se les bajaron sus insultantes salarios.

Cuanto daría por ser testigo de ese escenario.

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