La tragedia que no acaba de vivir el pueblo japonés debe hacer reflexionar a los gobiernos de todas las naciones que generan energía eléctrica nuclear, sobre la conveniencia de seguirla produciendo o no.

21/03/2011 08:55:23 - Xalapa, Ver. por Helí Herrera Hernández

      En Alemania, la primer ministro Ángela Merque ya decreto el cierre paulatino de siete de sus plantas nucleares a mediano plazo, y exhorto a sus pares a seguir el ejemplo, “antes de que suceda otro Chernobil” dijo la semana pasada en una conferencia de prensa.

      Independientemente de lo que hagan los gobiernos de todos los países que tengan plantas nucleares, en México la sociedad civil debe exigirle tanto al Ejecutivo Federal como al Gobernador Javier Duarte la convocatoria a una serie de foros donde se discuta de manera profesional la conveniencia o no de seguir generando electricidad en la planta de Laguna Verde.

      Debe tomarse en cuenta la amarga experiencia vivida por los bomberos, ingenieros militares, voluntarios y el pueblo de Chernobil que van a cumplir 25 años de aquella pesadilla que, según datos de la Organización de las Naciones Unidas tan solo en Rusia han perecido 30 mil personas, desde el momento en que los isótopos se descontrolaron en el núcleo del reactor hasta la fecha.

      Grupos independientes europeos y asiáticos, así como Greenpace, insisten en que la cantidad total de muertos por el accidente, tanto los que intentaron controlarlo como los habitantes de los zonas damnificados supera los 200 mil, sin contar los 35 mil discapacitados que quedaron en Rusia, Ucrania y Bielorrusia.

      La científica ucraniana Alla Yaroshínskaya, laureada con varios premios internacionales asegura que los efectos de Chernobil han afectado directa o indirectamente a nueve millones de personas, mientras que el médico radiólogo ruso Meshkov asegura que cerca de 700 mil personas recibieron dosis críticas de radiación que le ha generado a todos ellos arterioesclerosis en los vasos sanguíneos del cerebro.

      La Leucemia y otros tipos de cáncer, la insuficiencia inmunológica, distintos tipos de afecciones coronarias, respiratorias, renales y hepáticas, además de las malformaciones  cromosómicas suelen ser efectos de la tragedia de Chernobil, ocurrida hace 25 años, y que aún se siguen manifestando en las nuevas generaciones.

      El destino de todas aquellas personas que se involucraron en la batalla por sellar con losas de concreto los reactores de la planta nuclear de Chernobil aquel 26 de abril de 1986 fueron los ataúdes de plomo, y para aquellos que vivían alrededor, las enfermedades descritas en el párrafo anterior, muchos de los cuales han afirmado públicamente que hubieran preferido morir hace 25 años, porque llevan esos mismos sufriendo los dolores de sus enfermedades.

      Lamentablemente la explosión en Chernobil no es el único ejemplo que tenemos, debiendo agregar los sucesos ocurridos en la planta atómica de fukushima, que sin llegarse a resolver >aún y pensando que pueda el gobierno nipón a través de sus científicos y trabajadores controlar los reactores<, en el mejor de los casos, ya detectaron radiación en alimentos como la leche y el arroz, lo que viene a complicar sobremanera las esfuerzos de evitar la propalación de enfermedades cancerosas en Japón, independientemente del aislamiento comercial que se le viene a ese país.

      El otro escenario, si no controlan los reactores nucleares, ya lo conocemos y puede ser peor al de Chernobil.

      Por eso el Presidente Felipe Calderón y el gobernador del Estado de Veracruz deben convocar a expertos en el tema, a científicos, a la comunidad médica y física a debatir sobre las ventajas y desventajas que conlleva a los veracruzanos primordialmente, el continuar produciendo energía nuclear eléctrica, poniendo como tema central que la nucleoeléctrica de Laguna Verde solo produce el 3% de la electricidad que consume el país, independientemente que actualmente la Comisión Federal de Electricidad tiene un exceso de producción cercano al 40% que lo vende a gobiernos de Guatemala, Belice y al Estado de California, USA.

      ¿Qué es más importante, generar un 3% de electricidad que consume el país a costa del peligro  >ya visto y descrito en este artículo< que siempre estará latente, de una explosión y la dispersión de isótopos radioactivos que aparte de matar, enfermarán a decenas y decenas de miles de veracruzanos primordialmente?

      Cerrar Laguna Verde no le implica a la nación algún problema de falta de electricidad, pero si le generaría al gobierno un clima de seguridad social; de confianza popular, de reconciliación con sus gobernados que ya ven en esa planta un peligro potencial, una amenaza latente a sus vidas y su salud.

      Un gobierno sensible e inteligente, que observa los efectos causados por accidentes en plantas de energía eléctrica nuclear, debería de convocar a un referéndum para que sean los directamente involucrados en una probable  catástrofe, para que digan un SI  o un NO a la planta nucleoeléctrica de Laguna Verde.

      No hacerlo es jugar, ahora que la naturaleza esta cobrando las afrentas que la población mundial le ha hecho al planeta, con la vida o con la muerte de sus gobernados.