22/06/2012 10:22:17 - Xalapa, Ver. por Salvador Muñoz
Al no ver a la secretaria
en su lugar, decide entrar directo a su oficina y ¡oh! ¡Sorpresa! Encuentra a su
marido con los pantalones abajo y la secretaria acostada en el
escritorio.
La
intempestiva penetración (de la esposa) a la oficina detiene la impetuosa
entrada del marido (¿o era al revés?) quien para de seco sus actividades al
grito de “¡Mi vida! ¡no es lo que tú crees! Aunque lo veas, no es cierto, nada
de lo que ves es real” mientras trata de subir a toda prisa sus pantalones
siguiendo a la mujer, quien ya giró sobre sus talones, hecha un mar de lágrimas,
llorando la desgracia del triste espectáculo.
II
Para
algunas mujeres, esta historia se les ha de hacer conocida. Es más, hasta dirán
la consabida frase que generaliza con facilidad el comportamiento infiel
masculino: “¡Todos los hombres son iguales!”
Yo le
agregaría: Todos nuestros políticos son iguales.
Incluso, pediría al Doctor House que
incluyera en su frase “Toda la gente miente”, a los políticos. Aun cuando los
encontremos con las manos en la masa siempre negarán todo.
El caso
más reciente es el de Eduardo Sánchez, vocero del CEN del PRI, respecto al
famoso video de una bodega con enseres priistas. Negó tal caso y por supuesto,
acusó que se intenta desacreditar al partido.
III
Por
supuesto, el PRI no es el único partido que es capaz de rechazar lo evidente. De
lo mismo sufre el PAN, PRD, PVEM y demás...
Recordemos el caso de Rubén
Escamilla (el de las mamadas), quien al ser sorprendido en video siendo
“víctima” de sexo oral a cambio de otorgar una plaza laboral, según dicta la
acusadora, acabó aceptando que él era el del video, pero que era una relación
extramarital.
La
razón de su enunciado es fácil: Buscó el perdón, pero no sólo de su mujer, sino
el de la sociedad.
¿Por
qué? Es más fácil que se le perdone a un hombre una infidelidad que haber
abusado de su poder para someter a una pobre mujer a sus depravados
deseos.
Digan
lo que digan, vivimos aún en una sociedad machista y por ello, acusándose de
infiel, Escamilla buscó la absolución.
IV
¿No me
creen?
Bueno,
veamos el caso de Enrique Peña Nieto.
A
principio de la campaña fue acusado por Maritza Díaz de no pasar para la papa
del chaval, o sea, un hijo que había tenido fuera del matrimonio. Al principio,
hizo mutis tanto el candidato como su equipo y Maritza entonces siguió
utilizando las redes sociales así como los medios de información disponibles
para señalar a Peña Nieto como padre irresponsable.
Al
final, Peña Nieto salió y aceptó tener un hijo fuera del matrimonio “a quien ve
seguido y está al pendiente de su manutención”.
Poco
después, se fortaleció la imagen del hombre atractivo, adorable para las damas y
se hizo alusión como hasta la fecha, en pancartas, de damas dispuestas a tener
una relación ¡y hasta un hijo! con el candidato, volviendo a caer en el garlito
del galán irresistible que pues no tiene culpa alguna de ser un Justin Bieber
(para las niñas de hoy), un Luis MIguel (para las señoras de hoy), un Alberto
Vázquez (para las mayorcitas) y un Pedro Infante (para las
abuelitas).
V
Al
final de la historia, la señora perdonó al caballero sorprendido con los
pantalones hasta abajo... aunque eso sí, como todo buen hombre que se digne a
llamarse como tal, cada vez que la mujer le recordaba ese episodio, él siempre
lo negó todo... como nuestros políticos.
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